Nueva Opción-Asociación de Daño Cerebral Adquirido de Valencia hace un llamamiento para acudir a urgencias hospitalarias ante cualquier síntoma de ictus mientras dure la crisis sanitaria del Covid-19. “El miedo al contagio no puede interferir en una atención temprana del ictus porque las consecuencias pueden ser devastadoras”, alerta Pablo Álvarez, presidente de Nueva Opción, ante el descenso de ingresos por ictus comunicado por la Sociedad Española de Neurología (SEN) en abril, y tras constatar la propia organización un descenso de más del 60% de primeras consultas de información y asesoramiento sobre DCA en los dos últimos meses. El ictus o accidente cerebrovascular es la primera causa de muerte entre las mujeres españolas y la segunda entre los varones. Asimismo es la principal causa de daño cerebral adquirido y en consecuencia de discapacidad permanente. De las 50 personas que atiende Nueva Opción en sus centros de día de València–los únicos especializados en Daño Cerebral Adquirido en la provincia concertados por la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas-, 31 ha sufrido un ictus. La asociación destaca además la vulnerabilidad de las personas con DCA y reclama junto a FEDACE (Federación Española de Daño Cerebral Adquirido) 20 medidas a Gobierno y autonomías para prevenir situaciones de injusticia social y complicaciones sociosanitarias.
Cada año cerca de 120.000 personas sufren un ictus en España según la SEN, de las cuales un 50% presenta secuelas discapacitantes o fallecen. La organización estima que actualmente hay más de 330.000 personas con alguna discapacidad por haber sufrido un ictus. “Por nuestra experiencia en la atención a personas con Daño Cerebral Adquirido, el momento en que se detecta e interviene el accidente cerebrovascular es determinante para la vida y para la gravedad de las secuelas”, comenta Álvarez. Las 31 personas que atiende Nueva Opción en sus centros de día por ictus presentan secuelas físicas como hemiplejias, problemas de memoria, orientación, comunicación, deglución, incontinencia o estabilidad emocional. El trato que recibieron en el momento de sufrir el accidente fue dispar; desde horas en salas de espera a diagnósticos desacertados que acabaron con un derrame cerebral a los pocos días de acudir a urgencias, o altas sin ningún tipo de rehabilitación. “Esta es la razón por la que seguimos reivindicando la implantación del Código Ictus en todos los hospitales”, añade Álvarez.
Entre los síntomas del ictus destacan la alteración brusca en el lenguaje, la pérdida de fuerza o sensibilidad en una parte del cuerpo, alteración de la visión, pérdida de coordinación o equilibrio y dolor de cabeza muy intenso y diferente a los habituales. “Las personas deben conocer los síntomas y ser conscientes de la gravedad del ictus porque de ello depende su vida en todos los sentidos. Mientras que el ictus es una urgencia, el miedo al contagio por coronavirus se basa solo en una probabilidad”, afirma el presidente de Nueva Opción.
20 propuestas para la atención al Daño Cerebral Adquirido durante el Covid-19
La crisis sanitaria del Covid-19 no solo está condicionando las urgencias por ictus, sino que también está suponiendo graves problemas a las personas con daño cerebral adquirido y sus familiares. Para prevenir situaciones de injusticia social y complicaciones sociosanitarias, FEDACE (Federación Española de Daño Cerebral Adquirido), de la que es miembro Nueva Opción, ha propuesto 20 medidas al Gobierno, la administración autonómica y local. Entre ellas, garantizar que las altas hospitalarias en fase subaguda del daño cerebral se ajusten a las necesidades reales de los pacientes, así como incorporar medidas para la necesaria rehabilitación física y/o cognitiva; reconocer a las personas con DCA como colectivo de alto riesgo por sus características, múltiples secuelas y grandes necesidades de apoyo; habilitar medidas de “emergencia social” para las personas con DCA cuyo cuidador principal esté hospitalizado, enfermo o fallecido por COVID-19; incluir medidas de rehabilitación física y/o cognitiva en personas mayores con daño cerebral sin acceso a medios telemáticos; garantizar a los centros residenciales y centros de atención diurna el suministro de EPIs, de material de desinfección y de medicación de las personas usuarias., entre otras propuestas.
En cuanto a los centros y entidades que prestan servicios de atención al DCA, piden generar mecanismos de apoyo para no poner en peligro de viabilidad la salud de las personas con daño cerebral y sus familias, ni tampoco perjudicar los trabajadores que les atienden; mantener el importe íntegro de los conciertos sin reducciones; crear líneas de ayudas para entidades que prestan servicios no concertados para mantener la atención una vez superado el estado de alarma; modificar las condiciones de las ayudas concedidas facilitando la ampliación de plazos de ejecución, la revisión de objetivos y la admisión como gastos financiables cancelaciones y otros causados por esta situación; y dotar de financiación el desarrollo de servicios de atención domiciliaria con los que prestar apoyo y respiro a las familias de personas con daño cerebral que permanecen confinadas.