En una de nuestras habituales visitas al lugar designado para acampar nuestro campamento del verano, uno de los visitantes comenzó a palparse la hebilla del pantalón girando sobre sí mismo para cerciorarse de qué no había nadie por los alrededores. Lentamente se dirigió hacia el interior de la arboleda a continuación se oyó una vez jocosa que decía “me parece que Rafelito va a clavar una bandera”, luego se oyó otra voz que decía “por ahí no, que plantaremos nuestras tiendas”. Luego resultó que Rafelito no clavó una bandera sino dos.
E.